4-¿QUÉ DICE LA LEGISLACIÓN ESPAÑOLA SOBRE EL USO DE LA PALABRA “NATURAL”?

La legislación española prohíbe utilizar la palabra “natural” en diversos complementos alimenticios, productos, suplementos y preparados que se venden con pretendida finalidad sanitaria.
La palabra “natural” acompaña hoy a miles de complementos alimenticios, suplementos nutricionales, productos a base de plantas como “quemagrasas” “Antireumáticos” “calmantes” y demás sustancias con supuestas propiedades saludables y milagrosas. No obstante, utilizar ese adjetivo en estos casos es una práctica que prohíbe de forma explícita la legislación española.

Son prácticas que se hacen bajo el siguiente lema: “Si cuela… cuela, y si no usaremos la palabra Natural, hasta que alguien se dé cuenta, y entonces la quitaremos, mientras tanto estuvimos usando la palabra Natural por algunos meses o años con los beneficios económicos correspondientes.

Antiguamente la palabra natural evocaba a imágenes saludables como la lactancia natural diferente a la lactancia artificial con leche en polvo.

Para ir concretamente sobre lo que dice la ley, en el presente texto se amplía qué prohíbe de forma concreta la legislación y por qué lo hace para productos alimenticios o complementos para humanos. (Se puede aplicar muy bien a la alimentación de mascotas para regular el abuso del uso de la palabra Natural que se presta a manipulación comercial)
Productos naturales:

Justicia¿Qué prohíbe la legislación Española?
En agosto de 1996, hace 19 años, se hizo público un Real Decreto que delimitó las características a cumplir por la publicidad y la promoción comercial de productos, actividades o servicios con pretendida finalidad sanitaria y benéfica. En él hallamos que está prohibido usar el término “natural” como característica “vinculada a pretendidos efectos preventivos o terapéuticos” (es decir, para prevenir una enfermedad para curarla en cualquier clase de publicidad o promoción (directa, indirecta, masiva o individualizada) de:
• remedios secretos,
• fórmulas magistrales,
• preparados oficinales,
• productos en fase de investigación clínica y
• productos (diferentes a los medicamentos o a productos sanitarios con normativa específica), materiales, sustancias, energías o métodos con pretendida finalidad sanitaria.

En cuanto a los suplementos de vitaminas y minerales, basta un reciente ejemplo para hacernos a la idea: Una investigación concluyó en octubre de 2011 que las mujeres mayores que los toman tienen más riesgo de morir de forma prematura. Y en cuanto a las hierbas “medicinales” o sus extractos, es preciso saber que contienen mezclas complejas de sustancias químicas orgánicas (alcaloides, glicósidos, saponinas, etc.) y conviene evaluar su seguridad a largo plazo antes de exponer a toda la población a su consumo indiscriminado con fines comerciales para llenarse los bolsillos, algo que no suele hacerse. En el proceso de elaboración del producto, asimismo, se puede alterar su actividad farmacológica y la concentración de sus constituyentes.

Los siguientes son algunos ejemplos tomados del compendio médico ‘Harrison’s principles of internal medicine’:
• Los productos a base de plantas que contienen determinadas especies de Aristolochia se han asociado con neoplasias genitourinarias.
• El uso de extractos de Kava (Piper methysticum) generó en 2001 diversos casos de insuficiencia hepática fulminante.
• Determinados productos con Ginkgo biloba se han asociado con hemorragias postoperatorias.
• Los suplementos con Ephedra sinica (“ma huang”, en chino) se han vinculado de forma clara a eventos adversos graves y mortales.
No extraña, por tanto, que el National Center for Complementary and Alternative haya declarado en marzo de 2013 que el uso, por parte de un fabricante, del término “certificado” o “verificado” o “estandarizado” en un complemento alimenticio o en un suplemento a base de plantas (o “suplemento herbal”) no garantiza la calidad del producto, que la cantidad del ingrediente activo puede ser inferior o superior a lo detallado en la etiqueta (“lo que aparece en la etiqueta puede no ser lo que hay en el frasco o en el envase de pienso”), que un suplemento a base de plantas puede contener docenas de compuestos con principios activos no conocidos y que dicho suplemento puede estar contaminado con otras hierbas, pesticidas o metales pesados, o incluso adulterado con ingredientes no declarados, como medicamentos.
Y tampoco extraña, por último, que el Grupo de Revisión y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas Nutricionistas (GREP-AEDE detalle que una de las características que define a los productos fraudulentos es que contengan “afirmaciones que sugieren que el producto es seguro, ya que es “natural”.

Antes de dejarnos encandilar con la palabra NATURAL y con brillantes promesas que suenan bien, abramos los ojos, investiguemos, no nos creamos todo lo que nos dicen. “Posiblemente, las camisetas con el mensaje ‘No quiero transgénicos’ están hechas con algodón transgénico” ¡CUIDADO! Hay mucho timo pasar sacarnos dinero. “Todos quieren nuestro dinero y están estudiando las técnicas más sofisticadas para conseguirlo!”

vaya-timoUn libro recomendado:
“Los productos naturales ¡vaya timo!” de J.M. Mulet, (Ed. Laetoli),  donde habla de todos los mitos y falsedades que rodean al mercado de “lo natural”. Escribe un blog con el mismo título, que recoge temas sobre alimentación, biotecnología y ciencia en general.

Fuentes:

Markus-Mühle de Alemania.

J.M.Mulet

Claudette Duchesne

Erosky Consumer

Conrado Grandville

 

El Uso, Abuso Y Manipulación De La Palabra “Natural” (1)

El Uso, Abuso Y Manipulación De La Palabra “Natural” (2)

El Uso, Abuso Y Manipulación De La Palabra “Natural” (3)